96 frases para entender a Victor Hugo
Ah, Victor Hugo, ¡qué personaje! Este señor no sólo fue el grandioso autor detrás de obras titánicas como "Los Miserables" o "Nuestra Señora de París" (sí, la de Quasimodo y Esmeralda), sino que también fue un activista, político y defensor apasionado de los derechos humanos.
Tabla de contenidos:
Frases de Victor Hugo
- Las mujeres juegan con su belleza como los niños con un cuchillo, y se lastiman.
- ¿Sabe cuál es mi enfermedad? La utopía. ¿Sabe cuál es la suya? La rutina. La utopía es el porvenir que se esfuerza en nacer. La rutina es el pasado que se obstina en seguir.
- No hay malas hierbas ni hombres malos; sólo hay malos cultivadores.
- ¡Cosa curiosa! el primer síntoma del verdadero amor en un joven es la timidez, en una muchacha es la audacia.
- El pudor es la epidermis del alma.
- La fuerza más fuerte de todas es un corazón inocente.
- Es extraña la ligereza con que los malvados creen que todo les saldrá bien.
- No olvidemos jamás que lo bueno no se alcanza nunca sino por medio de lo mejor.
- La libertad de amar no es menos sagrada que la libertad de pensar. Lo que hoy se llama adulterio, antaño se llamó herejía.
- La melancolía es la felicidad de estar triste.
- El deber tiene una gran similitud con la felicidad de los demás.
- La suprema felicidad de la vida es saber que eres amado por ti mismo o, más exactamente, a pesar de ti mismo.
- Cuando el amor es feliz lleva al alma a la dulzura y a la bondad.
- Los volcanes arrojan piedras, y las revoluciones hombres.
- Es una extraña pretensión del hombre querer que el amor conduzca a alguna parte.
- Nada mejor que el sueño para engendrar el porvenir. La utopía de hoy es carne y hueso mañana.
- La libertad es, en la filosofía, la razón; en el arte, la inspiración; en la política, el derecho.
- El porvenir es mucho más de los corazones que de las mentes. Amar, eso es lo único que puede ocupar y colmar la eternidad. El infinito precisa de lo inagotable.
- Dios es la evidencia invisible.
- Todo poder es deber.
- Cuando el niño destroza su juguete, parece que anda buscándole el alma.
- ¿Qué es un envidioso? Un ingrato que detesta la luz que le alumbra y le calienta.
- El sufrir merece respeto, el someterse es despreciable.
- El recuerdo es la presencia invisible.
- El hombre es una infinitamente pequeña copia de Dios. Bastante gloria es ésta para el hombre. A pesar de mi insignificancia, reconozco que Dios está en mí.
- El alma tiene ilusiones, como el pájaro alas. Eso es lo que la sostiene.
- Una revolución es la larva de una civilización.
- A las mujeres les gusta sobre todo salvar a quien las pierde.
- Los cuarenta son la edad madura de la juventud; los cincuenta la juventud de la edad madura.
- El genio en la tierra es Dios que se da. Cada vez que aparece una obra maestra, es una distribución de la Divinidad que se hace a los hombres. La obra maestra es una especie de milagro.
- Todo número es cero ante el infinito.
- El infierno está todo en esta palabra: soledad.
- ¿Popularidad? Eso es la gloria en centavos.
- Atreveos: el progreso solamente se logra así.
- Cambia de opinión, mantén tus principios; cambia tus hojas, mantén intactas tus raíces.
- En el hombre hay una serpiente: el intestino, que tienta, traiciona y castiga.
- La conciencia es la presencia de Dios en el hombre.
- Los animales son de Dios. La bestialidad es humana.
- En los ojos del joven, arde la llama; en los del viejo, brilla la luz.
- Quien me insulta siempre, no me ofende jamás.
- El trabajo endulza siempre la vida, pero los dulces no le gustan a todo el mundo.
- El porvenir está en manos del maestro de escuela.
- Una casa sin hijos es una colmena sin abejas.
- La instrucción primaria obligatoria es el derecho del niño.
- No existen países pequeños. La grandeza de un pueblo no se mide por el número de sus componentes, como no se mide por su estatura la grandeza de un hombre.
- El sueño del héroe, es ser grande en todas partes y pequeño al lado de su padre.
- Si tenéis la fuerza, nos queda el derecho.
- Salvar la civilización es salvar la vida de un pueblo.
- Los ojos no pueden ver bien a Dios, sino a través de lágrimas.
- Imputar la revolución a los hombres es imputar la marea a las olas.
- El ojo ve bien a Dios solamente a través de las lágrimas.
- La belleza es la frente, el amor, la corona.
- La primera igualdad es la equidad.
- La arquitectura es el gran libro de la humanidad.
- La risa es el sol que ahuyenta el invierno del rostro humano.
- Cuanto mayor es el conocimiento de un hombre, mayor ha de ser su fe; y cuanto más se acerca a Dios, más clara es su visión de Dios.
- Lo bello vale tanto como lo útil.
- La música expresa aquello que no puede decirse con palabras pero no puede permanecer en silencio.
- Tan corta como es la vida, aún la acortamos más por el insensato desperdicio del tiempo.
- Ciertos pensamientos son plegarias. Hay momentos en que, sea cual fuere la actividad del cuerpo, el alma está de rodillas.
- Ningún ejército puede detener la fuerza de una idea cuando llega a tiempo.
- Produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla mientras el género humano no escucha.
- Inspiración y genio son casi la misma cosa.
- El matrimonio, como los injertos, prende bien o prende mal.
- Dios es la plenitud del cielo; el amor es la plenitud del hombre.
- Cuanto más pequeño es el corazón, más odio alberga.
- ¡Cómo! ¿Nada de crítica? No. El genio es una entidad como la naturaleza, y quiere, como ésta, ser aceptado pura y simplemente. Una montaña se toma o se deja. ¡Hay gente que hace la crítica del Himalaya piedra por piedra! Todo en el genio tiene su razón de ser. Es porque es. Su nombre es el reverso de su luz. Su fuego es una consecuencia de su llama. Su precipicio es la condición de su altura.
- La fidelidad de muchos hombres se basa en la pereza, la fidelidad de muchas mujeres en la costumbre.
- A nadie le faltan fuerzas; lo que a muchísimos les falta es voluntad.
- El que niega el progreso es un impío; el que niega el progreso niega la providencia, pues providencia y progreso son la misma cosa, y el progreso no es más que uno de los nombres humanos del Dios Eterno.
- Hay tantas mujeres bellas, pero no hay perfectas.
- No hay más que un poder: la conciencia al servicio de la justicia; no hay más que una gloria: el genio, el servicio de la verdad.
- Los que padecéis porque amáis: amad más todavía; morir de amor es vivir.
- Es una cosa bastante repugnante el éxito. Su falsa semejanza con el mérito engaña a los hombres.
- El recuerdo es vecino del remordimiento.
- La aceptación de la opresión por parte del oprimido acaba por ser complicidad; la cobardía es un consentimiento; existe solidaridad y participación vergonzosa entre el gobierno que hace el mal y el pueblo que lo deja hacer.
- Nada tan estúpido como vencer; la verdadera gloria está en convencer.
- La indigestión es la encargada de predicar la moral al estómago.
- Dios se manifiesta a nosotros en primer lugar a través de la vida del universo, en segundo lugar a través del pensamiento humano. La primera manifestación se llama naturaleza, la segunda arte.
- La insurreción es el acceso de furor de la verdad. A veces insurrección es resurreción.
- El arte, en sí mismo, no camina hacia adelante ni hacia atrás.
- La pena de muerte es signo peculiar de la barbarie.
- El amor abre el paréntesis, el matrimonio lo cierra.
- El cuerpo humano no es más que apariencia, y esconde nuestra realidad. La realidad es el alma.
- Una fe: he aquí lo más necesario al hombre. Desgraciado el que no cree en nada.
- La tolerancia es la mejor religión.
- Ser bueno es fácil; lo difícil es ser justo.
- El amor es un ardiente olvido de todo.
- El infortunio, el aislamiento, el abandono y la pobreza son campos de batalla que tienen sus héroes.
- El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad.
- El hombre tiene el amor por ala, y el deseo por yugo.
- Las que conducen y arrastran al mundo no son las máquinas, sino las ideas.
- El amor casto engrandece a las almas.
- Ser discutido, es ser percibido.
- Intentar, desafiar, persistir, perseverar, ser fiel a sí mismo, pelear a brazo partido con el destino, dejar asombrada a la catástrofe cuando ve qué poco miedo nos da, ora enfrentarse al poder injusto y ora rebelarse contra la victoria ebria, resistir, plantar cara: ése es el ejemplo que necesitan los pueblos y la luz que los electriza.
- Un poeta es un mundo encerrado en un hombre.
Victor Hugo: Más allá de las letras y barricadas
Nacido en 1802 en Besançon, Francia, Hugo creció en una época llena de turbulencias. La Revolución Francesa había terminado recientemente y Europa estaba redefiniendo sus fronteras y políticas. Estos cambios y agitaciones quedaron plasmados en su pluma. Pero, ¡espera! No adelantemos tanto.
Victor comenzó escribiendo poesía. Y no cualquier poesía: con su colección "Las Orientales", demostró ser un poeta de primer nivel, ganándose el corazón del público francés. Pero fue con "Nuestra Señora de París" donde su fama cruzó fronteras. Y si piensas que esta novela es sólo sobre una gitana y un jorobado, te has perdido de mucho. Hugo también discute sobre la arquitectura gótica y su importancia para la historia y cultura francesa.
Ahora, hablemos de "Los Miserables". Esta obra es, en resumen, una epopeya sobre la humanidad y la injusticia en la Francia post-revolucionaria. A través de personajes como Jean Valjean y Javert, Hugo no sólo cuenta una historia, sino que debate sobre el bien, el mal, la redención y el papel de la sociedad en la creación de "miserables".
Fuera de sus letras, Hugo tenía un espíritu rebelde y no tenía miedo de meterse en problemas. Defendió causas que, para su época, eran muy progresistas, como la abolición de la pena de muerte. Cuando Napoleón III tomó el poder en 1851, Victor se opuso rotundamente, lo que lo llevó a un exilio que duraría cerca de 20 años en islas como Jersey y Guernsey.
En su vida personal, ¡vaya que tuvo altibajos! Mientras mantenía una relación con su esposa Adèle, también tenía aventuras amorosas, siendo la más famosa con Juliette Drouet, quien le escribiría miles (sí, ¡miles!) de cartas de amor.
Después de regresar del exilio, Hugo se convirtió en una especie de héroe nacional en Francia. Su defensa de los oprimidos y su creencia en un mundo mejor hicieron que, cuando falleció en 1885, más de dos millones de personas acompañaran su féretro.
Para resumir a Victor Hugo: no fue sólo un escritor, fue un visionario. Alguien que vio más allá de su tiempo, que creyó en un mundo más justo y que usó su talento para luchar por él. Así que, la próxima vez que te topes con una de sus obras, recuerda: no estás solo leyendo una historia, estás presenciando el corazón y el alma de uno de los más grandes pensadores de la historia. ¡Chapeau, Monsieur Hugo!