Las mejores 7 frases de Joaquín Sabina
Si alguien sabe cómo vivir la vida al límite y contarlo con letras cargadas de poesía y rebeldía, ese es Joaquín Sabina. Este andaluz, nacido en Úbeda, Jaén, en 1949, ha dejado una huella imborrable en la música española. Pero, ¿qué hace a Sabina tan especial?
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Frases de Joaquín Sabina
- Amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño.
- La poesía huye, a veces, de los libros para anidar extramuros, en la calle, en el silencio, en los sueños, en la piel, en los escombros, incluso en la basura. Donde no suele cobijarse nunca es en el verbo de los subsecretarios, de los comerciantes o de los lechuginos de televisión.
- A menudo, los labios más urgentes, no tienen prisa dos besos después.
- Lo bueno de los años es que curan heridas, lo malo de los besos es que crean adicción.
- Los hombres engañan más que las mujeres; las mujeres, mejor.
- Qué pequeña es la luz de los faros de quien sueña con la libertad.
- No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió.
Joaquín Sabina: Un bardo de Andalucía con pensamientos profundos
Bueno, para empezar, este hombre ha vivido más vidas en una sola que muchos de nosotros en varias. Desde sus días de autoexilio en Londres, donde se refugiaba de la dictadura franquista, hasta sus noches de bohemia en Madrid, Sabina ha sido testigo y protagonista de historias que valen oro. Y, claro, las ha convertido en canciones.
Joaquín no es solo un cantante, es un poeta, un filósofo de barra de bar. Cada una de sus letras encierra pensamientos que nos hacen reflexionar sobre el amor, la política, el desamor y la vida misma. Hay una honestidad cruda en su música que, aunque a veces pueda parecer melancólica, siempre tiene ese toque de esperanza y picardía.
Uno de sus pensamientos más icónicos es el de vivir sin ataduras, sin seguir las normas establecidas. Se nota en canciones como "19 días y 500 noches" o "Contigo", donde el amor es libre, desordenado y apasionado. Para Sabina, la vida es un carnaval donde cada uno decide su disfraz, y él ha elegido ser el trovador que cuenta las historias que otros prefieren callar.
En temas políticos, Sabina nunca ha tenido miedo de decir lo que piensa. Su visión crítica del mundo, de la sociedad y de los poderes establecidos ha resonado en muchas de sus letras. Se podría decir que tiene un radar para detectar las injusticias y un talento especial para ponerles melodía.
Pero, si hay algo que define a Sabina, es su capacidad para hablar del desamor. Y no del desamor cliché de películas románticas, sino del real, del que duele, del que deja cicatrices. En canciones como "Y nos dieron las diez" y "Princesa", Sabina muestra esa habilidad única para hablar de corazones rotos sin caer en sentimentalismos baratos.
Por supuesto, no todo es drama y política en el mundo de Sabina. También hay espacio para el humor, la ironía y la autocrítica. A lo largo de su carrera, ha dejado claro que no se toma demasiado en serio a sí mismo. En temas como "Con la frente marchita" o "La del pirata cojo", se ríe de sus propios defectos y de las absurdidades de la vida.
Joaquín Sabina es más que un artista. Es una leyenda viva que, con su guitarra y su voz rasgada, nos ha enseñado a ver el mundo desde otra perspectiva. Ya sea riendo, llorando, amando o protestando, siempre hay una canción de Sabina que se siente como el soundtrack perfecto para el momento. Y eso, amigos, es el sello de un verdadero genio.